La brújula

Las calles mojadas y el alma vacía. El otoño que empieza cuando se apaga el año. Y todo eso sin saber que hoy no es día dieciocho. Y perder las llaves y no encontrarlas ni en el fondo del mar. Perder el norte, la brújula y el sentido del ridículo, al mismo tiempo, que te pierdes buscando el color necesario para que sus ojos hagan juego con las cortinas. Que nada te rima, si no está en los versos y que entiendes la teoría de la relatividad cuando no está a tu lado. Que es el único que te encuentra cuando te has perdido, tu estrella polar. El ancla y las alas, que mantiene tus pies en el suelo mientras tu cabeza sigue en las nubes.